David
- Autor: Pedro Berruguete
- Época: Hacia 1490
- Obra: Óleo sobre tabla
- Ubicación: Paredes de Nava(Palencia). Iglesia de Santa Eulalia
IMAGEN Y TEXTO OFRECIDO POR LA FUNDACIÓN DE LAS EDADES DEL HOMBRE

El magnífico grupo de seis figuras que representan a los Reyes de Judá, en el banco del retablo mayor de la iglesia de Santa Eulalia en Paredes de Nava (Palencia), se encuentra entre las obras maestras de Pedro Berruguete (Paredes de Nava, hacia 1450/1460- Ávila, 1503) y las escasas pinturas de su mano que tienen refrendo documental. Además de su extraordinaria calidad y de su gran potencia visual, la destacada significación artística del conjunto reside en que es el principal argumento para atribuir al pintor paredeño la autoría de otras pinturas semejantes en el Studiolo del Palacio Ducal de Urbino (Italia), donde habría trabajado en torno a 1477.
El conjunto se hallaba en origen en el mismo lugar, instalado en un retablo mayor anterior, al que también pertenecieron las seis escenas de la Vida de la Virgen que se colocaron en las calles laterales del nuevo retablo renacentista, realizado a mediados del siglo XVI. De este modo, la figuración de los monarcas hebreos se justificaba por su condición de antepasados de María, a cuya Inmaculada Concepción estaba dedicado el retablo primitivo, lo que se expresaría en la calle central por medio del Abrazo ante la Puerta Dorada de los padres de la Virgen, Joaquín y Ana, grupo escultórico de Alejo de Vahía que se conserva en el Museo de la iglesia.
De izquierda a derecha se suceden Esdras, Josafat, Salomón, David, Ezequías y Oseas, con los lugares centrales reservados, pues, para el rey sabio y el rey músico. Con excepción de Ezequías, que se distingue también por no tener cetro, estos reyes están sentados y sus cuerpos giran gradualmente, desde la frontalidad del centro hasta casi el perfil de los extremos, en simétrica correspondencia. Todos ellos se disponen tras un ficticio pretil, en cuyo frente se ha escrito su nombre. Con tal artificio se separan de la realidad temporal de quienes les observan, ya que ellos, pese a la verosimilitud con la que están representados, pertenecen a una dimensión eterna y sagrada, simbolizadamente los paños de tela de oro -de diseño vegetal con bordura morisca- sobre los que se recortan. Su condición de reyes se manifiesta por la corona que llevan en la cabeza, que se protege con distintos modelos de tocados (sombreros, rollos y gorro). En sus ricas vestiduras predomina el carmesí, color asociado igualmente a la realeza, ya sea en densos terciopelos o en finos rasos de seda lisos, bordados con hilos de oro y damasquinados. Estos últimos, también de color blanco, verde y morado, se representan con sus tornasoles, por lo que sus motivos vegetales se muestran en claro o en oscuro, según la incidencia de la luz, como se ve en el forro blanco del capuz de Salomón. De modo similar lo hace en los motivos del manto púrpura que viste Federico de Montefeltro en su retrato doble, junto a su hijo Guidobaldo, en la Galería Nacional de las Marcas, en Urbino. La importancia que concedió Berruguete a lo suntuario se potencia en David y Salomón, que visten pesados brocados de oro labrados con motivos vegetales en medallones y adornan sus tocados, de cierto aire oriental, con unos broches de enormes rubíes.
El naturalismo con el que Berruguete trató aquí la figura humana y su gestualidad, así como la corporeidad de los paños y la monumentalidad de los personajes, aportaron una rotunda novedad en la pintura castellana, aunque estos modos de representación de procedencia italiana tardaron en ser asimilados. No obstante -como también estaba presente en Urbino- el pintor mantuvo rasgos dela pintura flamenca, como fueron el gusto por la suntuosidad, lo particular, la variedad, la intensidad de los coloresy el preciosista toque de la pincelada, que añade vivacidad y animación a gestos, miradas, cabellos, barbas, irregularidades faciales e incluso objetos, como la hoja que se levanta en el libro de Salomón, que se proyecta hacia adelante, cual trampantojo, al igual que la flauta de David.
El conjunto del banco de Paredes ejerció una gran influencia en la tipología y en la iconografía de los retablos en Castilla y León, aunque sus personajes pasaron a ser Profetas, Evangelistas o Padres de la Iglesia. Estos dos últimos grupos, de cuerpo entero, ocuparon el banco del retablo mayor de la Catedral de Ávila, en el que trabajaba Pedro Berruguete cuando le sorprendió la muerte.
María José Redondo Cantera. y Francisco Javier de la Plaza Santiago